lunes, 30 de abril de 2012

Siniestros


Los mítines del PP se parecen a los partidos del Real Madrid, en su campo, en la cantidad de banderas españolas que se cuentan por metro cuadrado. Yo no voy a ser, en ninguno de los casos, quien critique semejantes comportamientos, allá cada cual con lo suyo, pero sí me producen una especie de miedo a lo siniestro, a lo escondido, a lo que no veo y existe detrás de la decisión de una persona que enarbola una bandera de España para asistir a un partido de fútbol de su equipo local o a un mitin de Esperanza Aguirre en Alcorcón.
Y esa misma sensación tuve cuando, en el programa Salvados, Jordi Évole entrevistó a Vicente Martínez Pujalte, que es diputado del PP, y éste le negó tres o cuatro evidencias sobre la financiación supuestamente irregular de los partidos políticos, unas con cara de mármol y otras con cara de haba. Además, el siniestro diputado, ante la pregunta de si no creía que pueda haber ciudadanos que crean que los partidos no les representan, lanzó, de forma siniestra, la siguiente afirmación: "Entiendo que hay medios de comunicación que están jugando en una senda muy peligrosa que es llevar al país a pensar que la democracia es peor que un sistema donde no haya democracia." Cuando lo escuchéis, entenderéis el miedo a que me refiero.
Claro, una cosa son las personas que públicamente representan al PP, que, aunque les cuesta y se les nota, guardan las formas, y otra muy diferente las que están en la trastienda, como el señor Martínez Pujalte, al que me imagino cambiando de colores, sudoroso, despeinado y descompuesto viendo las Noticias, Al rojo vivo, La sexta columna o el Intermedio en La Sexta, tomando notas como un poseso y llamando rojo de ira al móvil de Cospedal y de otros siniestros como él, diciendo compulsivamente ¡¡¡ya os decía yo que tenemos que hacer algo con estos rojos cabrones!!!
Quien tenga ocasión que vea la entrevista. No tiene desperdicio.

domingo, 1 de abril de 2012

Leyes ¿para quién?


Estimado y sufrido contribuyente:
Le envío estas líneas para explicarle los últimos acuerdos del Consejo de Ministros, que entiendo habrán creado serias dudas en los trabajadores de a pie y en los esforzados autónomos, que, como insiste nuestro presidente siempre que tiene ocasión, son el motor y la esperanza para los cinco millones y pico de parados.
Sobre las medidas referentes a la vida laboral, nada que decir, ya que ustedes entienden perfectamente lo que significa el despido libre, la bajada de salarios, el aumento de la jornada, la movilidad geográfica y funcional, la eliminación de la negociación colectiva y todas esas zarandajas que encampanan a los sindicatos, a por los que iremos en cuanto terminemos con lo de la amnistía fiscal, que esto sí es serio y productivo. Sí, para los mismos de siempre, los empresarios.
Es por si no entiende esta faceta de nuestros acuerdos por lo que le escribo esta carta.
Cuando hablamos de amnistía fiscal, nos referimos a los grandes defraudadores, no a los mindundis como usted a los que tenemos agarrados de las pelotas de sus contratos decadentes  y de sus viviendas hipotecadas por los bancos renacidos gracias a las aportaciones que hemos hecho con la ayuda de gente legal, que cotiza legalmente porque viven permanentemente amenazados por Hacienda, con sus multas, intereses y embargos; y para los que lógicamente, ya me entiende, no puede haber ningún tipo de amnistía, no sería conveniente. Pero eso usted ya lo conoce y no hace falta que se lo explique.
Cuando hablamos de amnistía fiscal, nos estamos refiriendo a grandes delincuentes, defraudadores de Hacienda y evasores de capitales que sí pueden aportar cantidades significativas a las arcas del Estado, ya sabe, con las que luego financiamos la sanidad y la educación públicas. No como el IRPF que pagan ustedes, que no llega para nada y, además, ustedes son los que gastan más en médicos y en escuelas para sus hijos. Ellos los llevan a las privadas, es distinto.
Nosotros sabemos que nos defraudan, quiénes son y cuánto se llevan pero no los denunciamos porque son gente importante que tienen sus empresas, con empleados como usted, y, claro, no podemos meterlos en la cárcel y que gente sencilla y con obligaciones familiares se quede en la calle. Es un problema de solidaridad, ya me entiende.
Además, vamos a hacerlo (lo de la amnistía) con la máxima discreción, no vaya a ser que trasciendan los datos y gente con pocas capacidades para interpretar estas cosas de Estado (que las hay, no crea, aunque no sea su caso), pueda comportarse de una manera grosera con ellos, e incluso ponerse violentos, como en la huelga del otro día.
En la confianza de haber contribuido a aclarar sus dudas, le animo a seguir en la misma línea contributiva, como hasta ahora, y a explicar en sus círculos habituales estas medidas para que no lleven a confusión.
Gracias por su colaboración

Firmado: Cristóbal Montoro Romero
                Ministro de Hacienda