miércoles, 18 de septiembre de 2013

Extraña que no explote, ¿todavía?

Seis hechos que, con seis millones de parados, harían explotar la calle en cualquier país democrático del mundo.
Primero. El Tribunal Constitucional rechaza la recusación de su presidente por haber estado afiliado al PP.
Segundo. El juez Castro está en la cuerda floja por presiones para que, del modo que sea, deje el caso Urdangarín.
Tercero. La juez del Tribunal Superior de Justicia de Valencia rechaza reabrir el caso del accidente del metro del 3 de julio de 2006, en el que murieron 43 personas.
Cuarto. Una mujer se suicida tras recibir una orden de desalojo de la EMVS de Madrid. Vivía con su marido, tres hijos y dos nietos. La deuda, 900 euros.
Quinto. Rodrigo Rato, imputado por Bankia, es fichado por Botín para el Banco Santander.
Sexto. Tomás Burgos, secretario de Estado de Seguridad Social, defiende que los 33.000 millones € que se reducirán las pensiones no son un recorte sino un ahorro para el sistema de la Seguridad Social.

Todos ellos se han producido en las últimas horas. Supongo que la gente todavía está analizándolos y que estará a punto de explotar. Unos apuntes, sobre los seis.

El TC tendrá que decidir próximamente sobre asuntos delicados. Su presidente ha sido beligerante, expresamente, en relación a varios de ellos.
La trayectoria del Juez Castro, de todo punto intachable, está siendo últimamente cuestionada, con métodos barriobajeros, por sectores mediáticamente monárquicos.
Todo el que ha querido ha podido comprobar las maneras, más que dudosamente legales, con las que se cerró en falso el procedimiento del accidente del metro de Valencia.
Los suicidios asociados a desahucios, no solamente el último, se comentan por sí solos.
No dejamos de ver a políticos corruptos medrar e irse de rositas.
Estamos acostumbrados al empleo de todo tipo de eufemismos, por parte del PP, para intentar tapar sus vergüenzas.

La pregunta es ¿qué hace falta para que todos nos volvamos antisistema? Anti este sistema injusto y corrupto. Sólo depende de nosotros. Somos, realmente, los dueños de todo lo público.