viernes, 5 de julio de 2013

Somos unos maleducados

¡¡A veeeer!! Ya nos vale de tanto pitido y abucheo; de tanto escrache y cacerolada; de perseguir por la calle al político de turno o hacerle visitas intempestivas mientras sus niños hacen la tarea con la institutriz; de aguarle la fiesta de la lectura mientras espera en el aeropuerto; ya vale de mirar de lado a los príncipes y princesas, como con malicia y recochineo, y de hablar con el de al lado por entre dientes como si nos debieran algo... ¡¡Que son las máximas instituciones del Estado!! ¡¡Que no se les puede hacer un feo, ni aunque sea chiquitito!!
A dónde vamos a llegar. ¿Nadie nos ha enseñado a respetar y a tratar educadamente a nuestros superiores, por serlo? ¿O se nos ha olvidado que somos unos "pringaos"; que debemos estar agradecidos por lo que nos dejan disfrutar de nuestras cosas, de nuestras hipotecas; que la vida es de ellos y nosotros, cual vasallos, debemos conformarnos con vivir rodeados de nuestras familias y nuestras pequeñas precarias posesiones; que bastante tenemos con poder llevar a nuestros hijos a estudiar en colegios públicos o a curarlos en centros sanitarios públicos?
¿Qué nos pasa? ¿Ya no valoramos que, después de 45 ó 50 años trabajando y cotizando a la Seguridad Social, vamos a poder retirarnos con una pensión de mierda con la que tendremos que alimentar a nuestros hijos sin trabajo y sin prestación por desempleo, comprar los pañales y biberones de nuestros nietos y pagar las medicinas que nos mantendrán sádicamente conscientes hasta nuestra propia costosa muerte?
De verdad, no sé qué pensamos para ir a alterar la calma de nuestros sabios dirigentes  a sus estresantes puestos de trabajo, a sus entrañables hogares, a sus relajantes conciertos... Si es que somos lo peor.
Tiene razón Wert, y aún se queda corto. Debería cerrar todos los colegios públicos, donde no se enseña más que a escrachar y a abortar. Y que todo el mundo pase por la enseñanza de la Iglesia Católica, pagando y obligatoria hasta la universidad (a ser posible del OPUS). ¡Ah! y la entrada para el cine del domingo que se entregue a la salida de la misa, por la mañana.

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