martes, 2 de agosto de 2011

Vidas noveladas

Hay personas (que, a su vez, son personajes de sus propias novelas mentales) que, con sólo un dato, son capaces de conjeturar la novela correspondiente. Si ven salir de su casa al vecino fuera de su horario habitual, no es que ese día haya cogido fiesta para irse a comer al pueblo con su hermano, que es lo que va a suceder en realidad, sino que, como además le observan un tono amarillento en el semblante, tiene el hígado hecho puré y no ha tenido más remedio que ir al médico para que le diagnostique una hepatitis de caballo de la que no va a poder salir con bien. Lo malo es que ésta será la historia que correrá como cierta por todo el vecindario, porque no se limitan a inventar, también divulgan. "No me digas, ¿tan mal está?", es la frase del día.
Con lo de que "son personajes de sus propias novelas mentales" quiero resaltar que viven una realidad fantaseada, más bien falseada, porque se relacionan con gente que no son como creen que son, al formar su imagen partiendo de datos sueltos e inexactos que ellas hacen realidad. Realidad virtual que puede llegar a ser muy perjudicial, al menos, para los implicados. Más que crear una imagen con datos sueltos, generan un monstruo partiendo de un montón de prejuicios. Y como, casualmente, suelen vivir en una atalaya desde la que son escuchadas por el resto de mortales, su voz reverbera y se multiplica. Pero, además, como suelen tener un cierto aura de credibilidad, ganada a fuerza de novelar la vida para los demás durante años, que esto tiene éxito hasta en televisión, pues no dejan de ser personas si no influyentes sí respetables. Así nos va.