domingo, 22 de enero de 2012

El Pisotón


Lo tengo dicho muchas veces, de los deportes me gusta el juego en sí mismo, la habilidad, la resistencia física, la visión global que tienen algunos jugadores, la capacidad de repartir y compartir, la disposición para el sufrimiento, la actitud de quien, haciendo su trabajo, pasa, o lo intenta, desapercibido. No en vano, he sido entrenador de baloncesto durante años, con el correspondiente título nacional que lo acredita. (En efecto, con mi actitud, el balance será, seguramente, de más partidos perdidos que ganados).
Del deporte profesional no me gusta que lo que es válido para todas las personas en todos los ámbitos no lo sea en el suyo.
A mi edad, todavía no consigo entender que lo que en la calle, en el puesto de trabajo, en la panadería o en el bar es un delito, no lo sea en un campo de fútbol o en una cancha de baloncesto. Si se trata de la posible intencionalidad o no del hecho, menos entiendo aún que se pueda demostrar en un acto callejero o en los ámbitos privados citados, sin testigos ni cámaras de por medio, y se consigan sentencias aleccionadoras, como se hace, y se ponga en duda, en cambio, dicho carácter de intencionado a un acto ejecutado ante decenas de miles de testigos presenciales, con grabaciones desde todos los ángulos posibles, saliendo, en definitiva, impune el delincuente de turno.
Si probáis a meterle un dedo en el ojo a vuestro compañero de trabajo, a pegarle una patada en la huevera, a darle un codazo en la nariz, escupirle en la cara, tirarle del pelo y clavarle el tacón de vuestra bota en la espinilla, dos cosas; primero, no se lo hagáis todo al mismo y el mismo día y, segundo, cuando salgáis, estará la policía con las esposas preparadas esperándoos en la puerta.
Este ejemplo tiene el mismo final si cambiáis deporte por hacienda y deportistas profesionales por políticos en ejercicio.

jueves, 19 de enero de 2012

Políticos ¿a la cárcel?


El Partido Popular, por boca de su ministro de hacienda, Cristóbal Montoro, ha comenzado con las típicas pajas mentales de comienzo de legislatura, del tipo "el que la hace la paga", demostrando, una vez más, que el ejercicio del poder, como poco, atonta, aunque todos sabemos que lo que verdaderamente aporta es prepotencia y habilidad para observar la paja en el ojo ajeno y para esconder la viga que soporta Baleares, Madrid y Valencia.
Lo que la ciudadanía entiende como cumplimiento estricto de las normas y atenerse a lo presupuestado en obras y servicios, que es lo que estamos hartos de hacer en nuestras casas, buen remedio, Cristóbal lo muestra como algo que acabase de descubrir y quiere que compartamos con él esa emoción orgásmica que siente al amenazar con la cárcel a los políticos que se desvíen presupuestariamente.
Si frecuentara más los bares y las tascas, que es donde se hace la verdadera y ácida crítica de los políticos y de las realezas, se daría cuenta de lo mucho que nos "extraña" a las personas normales que se pague 150 donde se presupuestó 100; o que no haya obra pública que se salde en base al presupuesto original; o que todo presupuesto público tenga margen para el sueldo de los amigos de uno, aunque sea a costa de un poco de cultura y otro de sanidad de las de todos; o que la iglesia católica esté recibiendo millones y, además, tengamos que financiar los despidos improcedentes que ella misma provoca, http://www.20minutos.es/noticia/71733/1/; o, en fin, que haya tanto político del PP implicado en la trama Gurtel y el señor Montoro no haya dicho nada hasta el momento. Estas cosas nos "extrañan", Cristóbal, cariño. Pásate por el bar el viernes y verás lo bien que lo pasamos.

miércoles, 11 de enero de 2012

Reducir el entorno


A menudo comentamos sobre lo triste que es la vida de esas personas, juventud pero no sólo, que limitan su existencia al manejo de diferentes máquinas, móvil, televisión, play, mp4, pc,... y cuyas relaciones se circunscriben a las redes sociales a través de internet.
El entorno es importante, el instituto, la universidad, la cuadrilla, la familia, es decir, la vida real, el contacto físico, hablar gesticulando y mirando a los ojos de las personas con las que hablamos y que éstas sean muchas y variadas para que nosotros mismos nos enriquezcamos.
Que tu ámbito esté condicionado por tu máquina o, como mucho, por tu conexión a internet dice muy poco de tu disposición para disfrutar de cuerpo presente todas las posibilidades que ofrece la vida en toda su extensión. Habrá quien elija esta forma de coexistir, cada vez más, seguro.
Por eso me rebelo cada vez que alguien utiliza las nuevas tecnologías para atraer la atención de un niño pequeño mediante un vídeo, una música o una gracieta enlatada en un móvil. Y me alegra sobremanera cuando compruebo que ese mismo niño, haciendo caso omiso, se da la vuelta y, como con un desprecio, se refugia en el cuento de Pedro de Arruba, que viene de Cuba,  y el gordo Raimundo, imitando a la joven de Samoa, que, desde su canoa  (fsiu, fsiu), siembra de flores el mar.
Espero que, al menos tú y yo, sigamos teniendo la misma capacidad crítica para con dichas personas. No te engañes, las hay que corren el riesgo de que les suceda lo mismo pero, en lugar de con sus máquinas, con su pareja. No te encampanes, porque sé que tú no eres de ésas. Simplemente, me ha sugerido el tema la conversación de esta tarde sobre el equipo de rugbi.