miércoles, 14 de mayo de 2014

Somos los dueños.

Hablando de democracia participativa, supongamos, sólo supongamos, que un alto porcentaje de la ciudadanía, gente de cualquier o ninguna adscripción política, tuviera un gran interés en actuaciones como las siguientes:

-          Investigar la financiación de los partidos políticos.
-          Investigar los sobrecostes de las obras públicas.
-          Investigar los casos de corrupción en las instituciones.
-          Definir las prioridades en inversiones y gastos públicos.
-          Definir las prioridades entre posibles recortes y financiación del déficit público.
-          Eliminar la posibilidad de contratar a dedo asesores externos para las instituciones. Hacerlo siempre  entre el funcionariado.
-          Aplicar responsabilidades a políticos, por sus decisiones, sin límite de plazos.
-          Aprovechar las elecciones para hacer referendos sobre temas candentes, como la actualización de  la Constitución, la Monarquía, el Senado, el Poder Judicial, etc.
-          Definir los organismos técnicos externos necesarios para el control económico-financiero de las diferentes administraciones del Estado, partidos políticos, sindicatos y toda organización que reciba un solo euro público.

Todas ellas respetables, desde el punto de vista del buen funcionamiento de las instituciones públicas  y de la participación ciudadana.

Me pregunto cuál sería el cauce que debería seguirse y si, existiendo el gran consenso ciudadano que cito en el primer párrafo, todas las instituciones, partidos, sindicatos y demás organismos oficiales, públicos o semipúblicos, se pondrían a nuestro servicio con gran alborozo por haber conseguido nosotros lo que nunca ellos habrían siquiera soñado.

Pero supongamos, sólo supongamos, que esto no sólo no es así sino que, aunque mediáticamente lo llegasen a aplaudir, empiezan todos ellos a poner palos en las ruedas para que fracase la legítima iniciativa ciudadana, cerrando cualquier puerta a corto y largo plazo. Siendo los dueños, no lo olvidemos, ¿qué camino nos quedaría entonces?

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