sábado, 19 de marzo de 2011

Las leyes son para nosotros

¿Qué tiene Barcina, que no tengamos los demás mortales, para saltarse las leyes y marcharse de rositas y hacia arriba, nunca hacia abajo?
Pues tiene que no es como nosotros, es especial, de una casta a la que no conciernen las normas que rigen para el resto de la ciudadanía. Sobrevuela la realidad y habita muy cerca de la divinidad; tiene el don de la ubicuidad (recuérdese su presencia en todos los pueblos de Navarra, ¿quién puede decir que no estuvo en más de uno al mismo tiempo?);su presencia tiene magia y puedo dar fe de ello.
De esto hace muchos años y ella no se acordará, más que nada, porque yo soy mortal y ella no. Se dio la divina coincidencia de que ella cruzara por un despacho de paso en el que yo me encontraba solo y de humana casualidad. Fueron diez segundos mágicos entre que entró por la puerta de enfrente mía a la izquierda y salió por la de la derecha. No andaba, se deslizaba como si levitara y justo le dio tiempo a saludarme angelicalmente desde su prominencia. Cuando salio, se había ido y permanecía aún en mi estancia, una experiencia sobrenatural, como la transfiguración de Cristo o algo así. Personas como ella sólo pueden vivir entre nosotros para hacer y hacer cumplir las leyes, nunca para cumplirlas. Son divinas.
¿Somos imbéciles o encontraremos de una vez la manera de que dejen de pensar que lo somos?

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